domingo, mayo 15, 2011

Acerca de los Imaginarios Urbanos

Uno de los temas tratados en nuestro Curso Cultura y Ambiente, es el de los Imaginarios Urbanos presentes en las mentes de los ciudadanos. Veamos a continuación la reflexión que al respecto hace Katherinne Mora, estudiante del curso y de la Maestría de Medio Ambiente y Desarrollo del IDEA-UN:

Los estudios ambientales pretenden comprender las complejas interrelaciones ecosistema-cultura, dentro de las cuales, cumple un importante papel no sólo la tradicionalmente estudiada interacción física (un medio que induce a la adaptación de los seres humanos, que a su vez, transforman su entorno gracias al trabajo), sino también a la simbología que caracteriza cada sociedad. Por ello, para abordar el estudio del espacio urbano, es importante comprender que la ciudad es heterogénea, no sólo en términos de estratos socioeconómicos, épocas o estilos arquitectónicos, sino por los múltiples significados que construyen sus habitantes, e incluso, quienes la perciben desde afuera. Este postulado se constituye en eje central de la obra de Armando Silva sobre "Imaginarios Urbanos" (1997).

Desde la perspectiva del autor, la ciudad debe ser comprendida a partir de los imaginarios y la construcción simbólica, un espacio geográfico que se transforma en lugar (Silva, 1997). Este planteamiento se corresponde con los postulados elaborados desde la década de 1970 por el geógrafo norteamericano Yi Fu Tuan. En sus estudios sobre la percepción de los habitantes de la ciudad publicados en inglés en 1974 y reeditados varias veces en español. Yi-Fu Tuan formula los conceptos de topofilia, emociones positivas y afectividad hacia un lugar; topolatría, cuando la topofilia se transforma en sentimiento reverencial y el espacio toma un carácter sacro; toponegligencia, indiferencia o falta de sentido de pertenencia por un lugar; topofobia, rechazo y emociones negativas por el espacio. Su planteamiento, permite entender como el mismo espacio geográfico puede adoptar múltiples significados de acuerdo a las experiencias previas, la edad, el origen étnico, el lugar de origen, la religión, el nivel educativo, ente otros factores. Estas consideraciones, permitirían enriquecer estudios posteriores que se basen en los planteamientos recogidos en Imaginarios Urbanos.

En su análisis, Silva parte de la consideración sobre los nuevos imaginarios que en las últimas décadas se han ido construyendo en América Latina e incluye mandatarios locales y nacionales que hacen énfasis en la proyección estética y que a la vez son confrontados por movimientos de diverso orden, desde su creatividad y dimensión imaginaria. Los nuevos movimientos artísticos y sociales y las comúnmente llamadas “subculturas” o “tribus” urbanas, conducen a la creación de nuevos imaginarios construidos por sus miembros, a partir de los elementos que los identifican. Es así como la dimensión estética cobra cada vez mayor relevancia en los diferentes ámbitos del acontecer social y atuendos, íconos, señales, no sólo configuran las identidades de los grupos sino que le dan un carácter propio a las ciudades que habitan.

Al mismo tiempo, en el marco de la globalización y de la tendencia hacia la homogeneización cultural, el autor invita a replantearse qué es ser urbano y cuáles son las diferencias que pueden marcarse entre diferentes espacios. Para ello, de acuerdo con el paradigma imaginario, el autor propone la denominación de “pos-ciudad” para el modelo de ciudad ideal o perfecta de los países del Norte, opuestas a la “transciudad” esperada para las caóticas y problemáticas ciudades del Sur. Ante la pregunta ¿qué es ser urbano? Silva señala que más allá de ser una condición material de los habitantes de la ciudad, se relaciona con la multiplicidad de evocaciones, imágenes y significados que en ella se construyen. En este sentido, el autor concibe el abordaje de la ciudad “como lugar del acontecimiento cultural y como escenario de un efecto imaginario” (Silva, 1997:19).
Cada ciudad adquiere un estilo particular y único debido a la interrelación entre sus aspectos físico y simbólico. En otras palabras los rasgos físicos y naturales de la ciudad y los espacios construidos por los seres humanos permiten la construcción de representaciones, pero éstas a su vez reflejan la concepción del espacio y orientan su organización. En este punto, el autor ejemplifica con el caso de Bogotá haciendo referencia a la importancia que tiene Monserrate, elemento físico-natural, como punto de orientación y símbolo de la ciudad, así como a la preponderancia de las construcciones en ladrillo, desde el punto de vista de lo edificado. Valdría la pena profundizar desde esta perspectiva en las características que predominan en el imaginario de propios y foráneos, teniendo en cuenta edades, lugares de origen, estrato socioeconómico o nivel educativo. Para ello, sería importante rescatar la construcción de mapas mentales a partir de las topologías definidas por Kevin Lynch desde la geografía de la percepción: Los hitos, que son elementos o sitios de referencia; los nodos, puntos de confluencia de caminos, cruces de vías; las sendas, o vías que son elementos lineales, cognitivos, que sin tener conocimiento directo de ellos, se sabe que existen; los límites, líneas que rompen la continuidad de la imagen del espacio; los distritos o zonas, que son áreas complejas, sobre las que existe determinada imagen de lugar especial (Lynch, 1966). Aún dentro de la misma ciudad, cada colectividad (estudiantes universitarios, amas de casa, conductores, vendedores ambulantes, migrantes rurales….) arrojará resultados diferenciados que permitirían rescatar la heterogeneidad de construcciones simbólicas frente a la misma realidad espacial.

Para Silva, la mentalidad de los habitantes de cada ciudad abarca el ritmo, el tiempo, las imágenes y la tecnología que caracterizan al espacio real y simulado (Silva, 1997:21). Al mismo tiempo, el carácter de la ciudad se configura a partir de las características particulares de sus habitantes, vecinos y visitantes. En otras palabras, los rasgos culturales predominantes en un espacio urbano conducen a la construcción de los imaginarios sobre éste. Sin embargo, cabe preguntarse qué tanto obedecen estas percepciones a estereotipos que se van construyendo frente a las colectividades (por ejemplo, al señalar que el lugar de procedencia se relaciona con los calificativos de alegre, perezoso, emotivo o irritable) y hasta qué punto es posible homogeneizar a los habitantes de una ciudad en una época en la cual la globalización y las migraciones aceleradas entre ciudades y del campo a la ciudad no sólo permiten el sincretismo cultural sino que, paradójicamente, acrecientan la diversidad en un mismo espacio.

Las consideraciones del autor, que permiten entender la ciudad como red simbólica, en constante construcción y expansión (Silva, 1997: 23), orientan su propuesta investigativa que busca identificar la forma como los ciudadanos usan, imaginan y viven la ciudad, qué relaciones construyen con el exterior, la manera como se establecen diálogos entre subjetividades y grupos sociales. Para tal fin, a través del análisis de fotografías, descripciones de episodios, datos de ubicación, imágenes de periódicos comparadas con sucesos, observación directa y encuestas con croquis urbanos, el autor indaga sobre las representaciones espaciales de las comunidades urbanas, la construcción de metáforas colectivas, las evocaciones de los lugares y los calificativos que permiten exteriorizarlas, las repercusiones de los imaginarios en la construcción física del espacio, los puntos de vista sobre la ciudad y los modos de vivirla. Esta presentación, se constituye en un abrebocas para profundizar en el estudio y tomarlo como referente para investigaciones futuras desde múltiples disciplinas

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Translate